Las últimas investigaciones y el descubrimiento realizado por la Universidad de Washington hacen indicar que la forma de interpretar el lenguaje contenido en el ADN basándonos en el código genético ha cambiado.
La información contenida en la secuencia de nucleótidos ha sido interpretada gracias a los descubrimientos de Severo Ochoa, de esta forma cada triplete de nucleótidos constituye un «codón» que posteriormente codificará un aminoácido determinado para la cadena polipeptídica en formación. La correlación entre cada codón y el aminoácido correspondiente viene determinada por el código genético.
Dado que el número de codones posibles es 64, y nuestro cuerpo se constituye de 20 aminoácidos, hay ciertos codones diferentes que codifican para el mismo aminoácido. Esto indica que el código genético es «redundante», varios codones codifican para el mismo aminoácido. Véase el ejemplo del aminoácido prolina, que es codificado tanto por el codón CCC, CCG, CCT, y CCA. Así para el aminoácido prolina cualquiera de los codones expuestos anteriormente es valido, y la estructura primaria de la proteína, y por tanto su estructura cuaternaria y funcional final será la misma.
Los nuevos descubrimientos indican que hay ciertos codones que tienen una función doble. Por una parte codifican para un aminoácido, y por otra influyen en la función (estructura tridimensional) final de la proteína. Estos codones con una doble funcionalidad son llamados «duones» y pueden sugerir por tanto que el código genético no es redundante, y que cada codón tiene una función específica no descubierta hasta ahora, además de codificar un aminoácido, y que influye en la actividad final de la proteína.
Esto nos permite tener una nueva visión del funcionamiento de la traducción, desterrar ideas anteriores, y una vía alternativa para el estudio de enfermedades.